La seleccionada salvadoreña, Irma Hernández Molina es ejemplo de sacrificio y perseverancia

 

La seleccionada salvadoreña, Irma Hernández Molina es ejemplo de sacrificio y perseverancia

 

SAN SALVADOR, El Salvador.- Cuando Irma Hernández Molina sale cada mañana con su mochila llena de ilusiones y un par de zapatos de fútbol, “Mima” como le llaman sus mejores amigos en uno de los barrios más conocidos en Ilopango, El Salvador, sabe que esos botínes la seguirán acompañando durante todo su sueño en la carrera como futbolista.

Desde pequeña, ‘Mima’ disfrutó del deporte más popular en el Mundo. Óscar, su padre, y Amílcar, su hermano, fueron quienes le inculcaron el amor y la pasión por el fútbol. Fue por ellos que comenzó a controlar el balón hasta que logró llegar a la selección nacional.

Primero eran los partidos en el barrio en donde mostraba sus dotes como futbolista, pero la oportunidad llegó cuando el Alianza Women en su categoría Sub-17 hizo una convocatoria para observar jugadoras. Fue ahí cuando el Director Técnico Mauricio Barahona la observó y no dudó en llamarla a formar parte de ese equipo. Hasta la fecha ha conquistado cinco títulos nacionales. El último de ellos en el Apertura 2020.

Aunque comenzó como volante extremo, su juego aguerrido y la velocidad que posee hizo que con el tiempo se perfilara mejor como lateral por la derecha . “Tengo proyección, pero asisto más que hacer goles”, dice entre sonrisas.


Irma Hérnández a la izquierda con su señor Padre, Óscar quien le inclucó el amor al fútbol.

Una dulce familia
Con 20 años ‘Mima’ disfruta cada momento y se endulza la vida con el trabajo de la familia que les ha dado de comer durante muchos años, aunque cada día ha estado llena de sacrificios.

Los padres de Irma se han dedicado a la venta de dulces artesanales, como las cocadas (coco), conservas de leche, nance, pepitoria, maní salado y dulce. Este último el favorito de la jugadora del Alianza Women.

Su padre, Óscar , sale todas las mañanas y toma el autobús de la Ruta 29 que se conduce desde Ilopango a San Salvador para ofrecer los dulces que con dedicación han preparado, y así llevar lo del sustento diario a la familia.

En casa todos saben hacer los dulces artesanales. Mirna, su madre, también los prepara y los vende. ‘Mima’ vive con su mamá y su hermano, pero su relación con su otra hermana y su padre es muy estrecha.

“Mis padres son el apoyo más grande que tengo. Gracias a ellos he logrado muchas cosas importantes”, confiesa (confesó) Irma.
Los padres de la futbolista aprovechan los partidos para ir a observar a su hija, pero siempre van acompañados de las canastas repletas de dulces para la venta.

“Termina el primer tiempo y aprovecho para vender y cuando comienza de nuevo el partido, si alguien me habla siempre les digo: en este momento no porque estoy viendo jugar a mi hija y no puedo vender.’ Me gusta verla jugar, es mi delirio”, reconoce el orgulloso padre.

Tras haber ganado el título nacional con el Alianza Women, Irma recibió una muy buena noticia, pues podrá continuar sus estudios en la universidad, ya que no podía costearlos y consiguió una beca. Ahora estudiará una licenciatura en Educación Física y continuará apoyando a algunas escuelas para niñas como asistente.

En el Alianza recibe un salario mensual con el que se ayuda para los gastos personales, pero en el fútbol femenino salvadoreño todavía falta mucho apoyo de patrocinadores para que pueda ser más sostenible.

 

Su padre Óscar a la izquierda, Irma y su madre Mirna con el trofeo y de fondo el Estadio Cuscatlán en San Salvador.


Una luchadora
Hernández Molina ahora espera que la Selección Nacional vuelva a la actividad para poder ponerse de nuevo el uniforme oficial. “Es el mayor orgullo”, confiesa la jugadora. Uno de sus sueños era ser seleccionada y jugar en el extranjero, algo que logró en el 2019 en el Preolímpico celebrado en Costa Rica. “Fue sensacional, el estadio estaba casi lleno. Es inolvidable”, recuerda emocionada.

Así como Irma, muchas jugadoras de fútbol en los países centroamericanos recorren las calles con la mochila y los dulces que preparan sus padres para continuar buscando alcanzar sus sueños. “A las mujeres nos ha costado mucho destacar en el fútbol, pero nos hace especial porque somos fuertes y valientes. Para seguir adelante hay que luchar contra muchas cosas”, confiesa.

En las canchas del fútbol salvadoreño cada una de las futbolistas luchan día a día porque el fútbol femenino crezca y las condiciones sean mejores.

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